sábado

Colores de Grecia

1 de enero del 2011

didgewind

relatos, amor

enlace original y comentarios

- Salgo fuera, a hacer una foto.

La luz del atardecer cae sobre el puerto de Ermoupolis, en la isla de Siros. ¿Son tus ojos o vislumbro un aire de tristeza en tu interior? O quizás es la melancolía del crepúsculo. Igualmente sonríes cuando vuelves a entrar, como esta mañana, cuando amanecimos enredados entre sábanas de amor y pereza.

- ¿Qué me decías anoche, cuando dejamos de ver la peli?

Te decía que percibo que hay lazos intangibles que se crean de forma inconsciente, a un nivel muy profundo, cuando haces algo junto a alguien a quien amas, pasear por el parque, ir a alguna exposición... en nuestro caso, ver una película. Es una base, algo que estará ahí para siempre. La próxima vez que veas una peli de Kusturica, o escuches música balcánica, parte del placer que sentirás a la par que melancolía será debida a esa unión que creamos anoche.

- Podemos bajar por este prado de tréboles, hasta la playa, o subir hasta aquella casa y ver qué distancia nos queda hasta el faro.

Y pienso brevemente qué opción me parece mejor, y sé en ese instante que me da igual hacer una cosa u otra, porque de todas formas es tiempo que voy a compartir contigo.

Hoy partimos hacia Milos.

- Como vamos a estar ocho horas en el barco voy a aprovechar para coser unas cosas que necesitan arreglo. Aunque no sé si vibrará mucho, con el oleaje.

- No vibra tanto, el otro día estuve dibujando y no noté nada.

- Ya, pero es que tú tienes mucho talento como dibujanta, y yo soy muy mal costurero.

- Y tú me dices muchas cosas bonitas.

- Es muy fácil decirte cosas bonitas; sólo tengo que ser sincero.